Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ GARCÍA PÉREZ

José García Pérez

La decencia

Si existe alguien que esté conmigo para intentar vencer en la guerra “literaria” que se borre al instante, pues tiene perdida de antemano la misma; más aún, será tachado de complicidad con el enemigo nº 1 de la cultura oficialista y perderá, en su osadía, cualquier posibilidad de llegar a ser reconocido como buen poeta si lo merece y, sin lugar a dudas, será ahogado en el pozo del silencio, el peor de todos los pozos para los que desean un cierto reconocimiento de la casta literaria.

 

         Doy, pues, por perdida la guerra, pero no mi doble batalla personal. Vean ustedes, con mi pensión y la de la parienta tengo para ir tirando y me sobra. Soy libre como el silbo de madrugada y no dependo de nadie; qué pocos pueden decir lo anterior. Que nadie se interponga en mi camino con palabritas de paz; los que me conocen, y nada más que me conozco yo, y no mucho, saben que no les haré, con perdón, ni puñetero caso.

 

         Es la decencia amigos, la decencia que se incrusta en el ADN del menda lo que hace que vomite de la realidad cultural de este pequeño mundo, me refiero a Málaga, aunque que tal vez pueda extenderse a babor y estribor de esta nave de políticos sin escrúpulos.

 

         A qué viene todo este alegato, pueden y deben preguntarse ustedes si es que les importa de verdad la cultura. Pues se debe, ni más ni menos, que al numerito que Elías Bendodo, Presidente de la Diputación de esta ciudad que todo lo acoge y todo lo silencia, y la diputada del Área de Cultura, Marina Bravo, han montado allí donde el levante refresca la canícula, llámese Acera de la Marina, entre cervezas y canapés, con la presentación de los puestos de responsabilidad de la cultura provincial malagueña tiene tintes surrealistas.

 

         Tampoco voy a convertir, de un tirón, en tierra de rastrojos todo ese entramado de amigos, amiguetes, enchufados, avalistas y equidistantes de izquierdas y derechas, o sea, personajes neutros que se adaptan como nadie a los vaivenes de la política.

 

         Será en pequeñas dosis, como corresponde a una trama en la que la más inocente es, en teoría, la máxima responsable del Area de Cultura.

 

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