Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
Francisco Gil Craviotto
En torno a "Mientras esperan las limusinas en la calle", de Antonio César Morón. Editorial Nazarí.

Francisco Gil Craviotto

Antonio César Morón

Editorial Nazarí

Antonio César Morón (Granada, 1978) irrumpió en las letras españolas hace unos diez años con un libro de crítica sobre los poetas granadinos del grupo Ánade. Desde entonces su producción literaria ha sido incesante y extraordinariamente variada: crítica, teatro, ensayo, poesía, artículos… Le faltaba para completar su curriculum vitae literario la narrativa: ahora lo ha completado. La novela, publicada por la editorial Nazarí, se titula “Mientras esperan las limusinas en la calle”, entra dentro de lo que podríamos considerar un género híbrido entre la novela negra y la novela social. De la primera toma asesinatos, policías, detectives, alcohol, drogas, palizas y sexo; de la segunda, crítica social, millonarios, corrupción, políticos, chantaje y desencanto. El resultado es una novela trepidante, que se lee sin aceptar el más breve descanso y que, al mismo tiempo que entretiene, nos muestra un retrato de la España actual inmisericorde y demoledor.

 

La novela arranca en Granada en el popular barrio del Zaidín. En uno de los muchos bares nocturnos de la zona un detective privado ha cogido una descomunal borrachera. A duras penas, entre vomitera y vomitera, logra llegar a su modesto piso de la calle Loja donde, tras ímprobos esfuerzos para abrir la puerta, al fin consigue tumbarse en la cama y dormir la mona. Cuando al día siguiente lo despierta su ayudante apenas recuerda algunas insignificancias de lo vivido la noche anterior, pero en su agenda encuentra anotado un número de teléfono que no sabe a quién corresponde ni la razón por la que lo anotó. La llamada a este número le va llevar al descubrimiento de un cadáver –un hombre descuartizado y enterrado a trozos en las galerías del futuro Metro de Granada- que, con el intento de averiguar quién es el autor del crimen, también le va a permitir descubrir todo un mundo de corrupción, mafias y “favores” bien pagados de la sociedad granadina, que, páginas adelante, se extienden a otros puntos de España. Será esta investigación que, a medida que avanza se va complicando más y más, afectando a sectores cada vez más importantes de la alta burguesía de la ciudad, la que va a alimentar las casi trescientas páginas de la novela.

 

En esto Antonio César Morón sigue los cánones del género negro, pero a los consabidos tópicos de siempre –asesinatos, alcohol, sexo, policías, etc.-, él ha añadido dos importantes variantes que me parece oportuno señalar: una es la introducción del tema musical y la otra es la motivación que lleva al asesino a cometer sus fechorías. Ambas novedades le van a dar una originalidad muy especial a este libro. El tema musical elegido, una canción del cantante canadiense Leonard Cohen, que se va a repetir a lo largo de toda la novela y, muy bien llevada, hace de epílogo del libro, es de una gran originalidad, al tiempo que evidencia la enorme cultura anglosajona del autor. Lo mismo que el hecho de que el asesino no mate por matar, sino para limpiar a España de corruptos y mafiosos, nos está señalando la herencia cervantina del personaje, caballero andante de los tiempos modernos, sin lanza ni armadura, pero con una misión tan difícil de realizar como la de don Quijote de la Mancha. Es precisamente esta insistencia en los temas de la corrupción, en la que se ven implicados jueces, empresarios y altos gerifaltes de la política, lo que hace que esta novela, enmarcada en el género negro, lo sobrepase y se convierta en novela social. Una novela social que retrata, con rigor y veracidad, uno de los aspectos más lamentables de la España actual.