Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ GARCÍA PÉREZ

Foto de Pepe Ponce

 

            “CIUDAD DEL PARAÍSO” es una gran colección de poesía que edita el Ayuntamiento de Málaga desde los tiempos en que Pedro Aparicio era Alcalde de esta ciudad que todo lo acoge y todo, o buena parte, lo silencia.

 

         Desde el inicio de su andadura se pensó que los poetas a los que se publicaba parte de su obra debían ser malagueños o tener profundas raíces en la ciudad, caso de Pablo García Baena.

 

         Hace unos días han visto la luz en “CIUDAD DEL PARAÍSO” la obra completa de Giner de los Ríos y una buena selección de poemas del cordobés Vicente Núñez, bajo la batuta directiva del poeta y profesor de la UMA Francisco Ruiz Noguera que ya vio publicada una buena antología en tan selecta colección.

 

         Entre otras, se han publicado antologías de Muñoz Rojas, Rafael Pérez Estrada, Rafael Ballesteros, Alfonso Canales, Mª Victoria Atencia, José Infante y los poetas mencionados con anterioridad.

 

         Llama la tención que el poeta y columnista Manuel Alcántara, Premio Nacional de Literatura y malagueño de pura cepa, haya sido silenciado, por ahora, en “CIUDAD DEL PARAÍSO”. A los que conocemos algo, quizás no en demasía, el mundillo de la autodenominada elite literaria malagueña, no nos sorprende este vacío, no institucional, de los que creen manejar los hilos del prestigio literario. En el fondo, consideran a Manuel Alcántara una especie de poeta popular. Confunden las churras con las merinas, la sencillez de lo profundo con el barroquismo innecesario, la frescura y el estado de gracia que tiene la poesía del maestro Alcántara con el surrealismo vanguardista de alguno de los seleccionados con anterioridad.

 

         Urge que a Manuel Alcántara se le ponga en el sitio poético que le corresponde en vida, que ya él, medio en broma o medio en serio, ha dicho algo respecto a la inmortalidad con una fina ironía. Ya ven que, hasta en poesía, como el que no dice nada, tiene escrito este pensamiento:

 

Cuando termine la muerte,

si dicen a levantarse,

a mí que no me despierten.

 

Que por mucho que lo piense,

yo no sé lo que me espera

cuando termine la muerte.

 

No se incorpore la sangre

ni se mueva la ceniza

si dicen a levantarse.

 

Que yo me conformo siempre,

y una vez acostumbrado

a mí que no me despierten.

 

         Reivindicamos desde PAPEL LITERARO DIGITAL que las autoridades municipales que tejen la maraña cultural enmienden la plana a los que han marginado al poeta con más arraigo en la vida malagueña, que no es otro que Manuel Alcántara, maestro de maestros.