FERIA DE MÁLAGA 16.08.2008
Feria de Málaga
Abrid el baúl de los objetos olvidados y depositad en él los fármacos y las deudas de ayer y siempre; verted en su fondo el zumo de las envidias y engaños. Alejad con ceremonias y ritos sagrados los fantasmas del sueño y aburrimiento. Preparad con bálsamo de corredores de fondo los pies adormecidos en los tajos del trabajo. Poned vuestros cuerpos bajo la ducha de la alegría y que ella riegue las arrugas de la mediocridad de vuestra existencia. Sazonad con especia de picardía vuestras carnes. Quebrad el candado del alma y que el misterio de la ciudad que todo lo acoge y todo lo silencia, Málaga, alumbre la sombra de vuestras vidas.
Trinitarios y percheleros, vecinos de la villa donde el azahar se adelgaza, o sea, alhaurinos de la Torre, capuchinos y espíritus de La Coracha, jóvenes de paz y libertad, ancianos de asilos y residencias, hijos pródigos de Torremolinos, paleños, gente del Compás, gitanos de la Cruz Verde y Los Negros, vecinos de Huelin, pandas de los Montes de Maroto, hombres y mujeres de Maqueda y Campanillas, cofrades con castañuelas y timbales, curas y monjas, rameras y gays, políticos y locos, chiquillería glotona, chillona y llorona, gorrillas y mozas… el negro cielo nos espera.
La noche va a terminar de ser. Todo será luz y alarido. En mil estallidos de candela va a saltar la tiniebla. Brinquemos con el rapapié. Bebamos la pólvora que pende en los ficus, Prendamos le mecha del chupinazo del pecado, que bajen las estrellas y ruede la girándula: la traca está preparada. Vayamos de dos en dos, hombre y mujer, mujer y hombre, mujer y mujer, hombre y hombre al abrazo de la fiesta.
Nos temen los puros, cautos, santones y las vírgenes sin mácula. Se encienden lamparillas de aceite por nuestra salvación eterna y se rezan tediosos rosarios para que no pequemos. Antorchas, camino del Seminario, alumbran las estaciones del vía crucis.
Sacad los trajes de lunares y el sombrero de ancha ala. Encended en el cuenco de la mano la llama de la hospitalidad. Rebautizad Málaga, la señora, la ciudad, la tierra, la locura y el jolgorio.
Que suenen, repiquen y cabalguen verdiales y malagueñas. Que corra el dulce Baco de nuestros Montes; que los enamorados se besen y copulen sin descanso; restalle el látigo y doblen los aburridos la esquina que los condena a la nada.
Hoy es la cita, el reencuentro, el preludio de una semana frenética donde los cuerpos deben estar apretujados, hirientes, coitados y desposeídos de pudor.
Que un beso largo y ancho cubra Málaga,
Es feria. La nuestra. La mejor.