Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
MANUEL QUIROGA CLÉRIGO

Manuel Quiroga Clérigo

 

 

Diputada holandesa nacida en Somalia en 1969, defensora de los derechos de la mujer y, por ello, perseguida y amenazada, Ayaan Hirsi Ali ha reunido en un precioso libro titulado en español “Yo acuso”, publicado por Círculo de Lectores y correctamente traducido por Natalia Fernandez Díaz , algunos de los más interesantes artículos y discursos que esta valiente fémina ha dedicado a definir el valor de la mujer y su condición en un mundo de integrismos y bestialidades, muy cercanas a las visiones nazis de la existencia. Esos integristas, tanto en Holanda como en otros países no precisamente árabes, consideraron que las cuestiones de que trata en su libro Ayaan Hirsi Ali  podrían ser provocadoras para sus conceptos y, por ello, ser suficientes pruebas al efecto de condenar a muerte a su autora. Así es como apareció como el siguiente, y más importante, objetivo de tales innobles facciones tras la muerte del cineasta Theo Van Gogh, quien había llevado a la pantalla un guión de la propia Ayaan  cuyo nombre condenado apareció junto al cadáver del director de cine holandés. Esta mujer, que se vio obligada a escapar de una boda de conveniencia, no deseada por ella lógicamente, se vio obligada a vivir con su familia en el exilio, mientras en su país natal la mujer sigue siendo perseguida y maltratada simplemente por su condición de tal. Ella misma sufrió la ablación siendo bebé, con la connivencia de las mujeres de su familia, y tuvo que superar la dolorosa muerte de una hermana, enferma de psicosis por la inhumana presión de la incalificable moral integrista musulmana. Precisamente el testimonio de su hermana ocupa varias páginas del libro junto al trato que las mujeres reciben  a consecuencia de interpretaciones interesadas del Corán. En “Musulmana exige tus derechos” leemos: “Invito a los defensores de la sociedad multicultural a tomar conocimiento de la deplorable situación de las mujeres que, en nombre de la fe, se ven confinadas en sus casas. ¿Acaso debes ser deshonrada, violada, encerrada y oprimida para poder ponerte en el lugar del otro?.¿No es hipócrita excusar ciertas prácticas o tolerarlas mientas tú mismo disfrutas en libertad de los progresos de la humanidad?”. En un apartado de “La política daña mi ideal” escribe:  “Ofender al profeta, Mahoma, se castiga con la muerte”. Ayaan Hirsi Ali es hija de Iris Magan, líder político que se atrevió a enfrentarse en su país al dictador Mohamed Siad Barre y que, con peligro de su propia vida, tuvo que refugiarse en Kenia. Eso también forma parte de la experiencia de la autora, quien optó por Occidente cursando estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Leiden y se incorporó a la Fundación Wiardi Becan, organización afín al Partido Socialdemócrata holandés, desde donde comenzó a opinar en torno a la necesidad de que las creencias religiosas queden en el ámbito privado y no monopolicen la existencia de los ciudadanos. En “La necesidad de reflexión y autocrítica en el islam” nos dice: “Mis padres me educaron en la idea de que el islam- moral, social y espiritualmente- es la mejor forma de vida. Años más tarde descubrí que la belleza del islam está deslucida por notorias manchas de cieno. Esas imperfecciones de la belleza eran, sin embargo, invisibles para los fieles de la religión de mis progenitores. Están convencidos, a fuer de repetirlo, que lo que pueda haber de malo nada tiene que ver con la religión sino con los creyentes”. Defender sus posturas, aún a costa de su vida, es un precioso testimonio de esta mujer  luchadora que pretende liberar a las mujeres, sobre todo musulmanas, de la opresión a que son sometidas en el ámbito de su cultura.

       Su segundo libro publicado en España es “Mi vida, mi libertad”, traducido por Sergio Pawlowky, autobiografía donde la autora ahonda en los acontecimientos que han perfilado el drama de una vida ejemplar, y lo hace con una contundencia que no dejará a nadie indiferente. Como “un milagro de lucidez” califica Elvira Lindo la escritura de Ayaan Hirsi Ali, y la misma Elvira Lindo en la presentación de “Mi vida, mi libertad” afirmaba que la autora somalí es una “activista tipo Luther King” y que al hablar de “tradición y cultura se refiere a una idea, el envoltorio cultural, que le sirve de excusa para entrar a conocer cuestiones políticas que hacen diferentes a las personas”. Hizo un relato de cómo Hirsi Ali escogió quedarse en Holanda, cuando iba camino de Estados Unidos para casarse con el hombre que su padre le había de elegido como esposo, porque vio que Hoanda es un país que permite la asimilación de los emigrantes, o cómo la sumisión de los negros en determinados países ha formado parte de su esencia cultural. Recordaba, por ejemplo, que “En 1994  el ejército tuvo que custodiar y acompañar al colegio a una niña negra, en el Sur de Estados Unidos, porque para aquellas gentes era inconcebible que una niña negra pudiera ir al colegio”. “Ayaan en sus libros- concluía Elvira Lindo- da un paso adelante, nos ayuda a vencer la mezquindad que provoca la cobardía. El hombre tiene en la mujer una esclava y al pisotearla cree que está venciendo sus frustraciones diarias”.

-La pregunta sería: ¿cómo se reciben sus libros en España, de qué habla en ellos?.

-En España no he tenido ningún problema para mostrar mis capacidades intelectuales o físicas. Al hablar de “Mi vida, mi libertad” debo decir que este el libro es la historia de mi vida. A través de esas experiencias vitales quiero explicar como llegué a adaptarme al mundo occidental. Entendí que la civilización representada por mis padres, que ellos la creían superior, realmente es una civilización inferior. Recalco que el libro refleja únicamente mis propias experiencias, mi opinión personal. Por eso acepto que haya personas que no estén de acuerdo conmigo, e incluso que puedan estar en completo desacuerdo. Pero la idea que tenía al escribir este libro estaba clara: sólo quería pedir que se me permita luchar por aquello en lo que creo. El progreso en Occidente se llevó a cabo gracias a la autocrítica y a la reflexión, la defensa de las propias ideas sin amenaza ni violencia. La civilización representada por mis padres, los valores morales en que fui criada, condenan a la mujer a no poder decir “esta situación no me gusta”. Es un sistema que no tolera la crítica. Creo que un marco moral de este tipo está condenado a estancarse. Un sistema que fomenta la crítica es superior a otro que la prohíbe, pues aquel está condenado al suicidio. De estas cosas hablo en mis libros. Estas son unas consideraciones sobre ellos.

-¿Cree usted que serán las mujeres quienes lleguen a romper las barreras culturales o políticas del islamismo?.

-Las mujeres romperán la jaula a que están sometidas, porque ellas serán las primeras en beneficiarse de ese hecho. En un ensayo del libro “Yo acuso”, titulado precisamente “La jaula de las vírgenes” ya digo que las mujeres están acumulando frustración y rabia, y eso es algo que trasmiten a sus hijos e hijas. “Nos sentimos humilladas”, gritan las mujeres y sus hijos son los primeros testigos de esos gritos. Ellos serán quienes rompan esas jaulas, sobre todo cuando puedan romper la prisión sexual en que se encuetran. Y será por el bien de toda la sociedad.

-¿Cómo resumiría usted el pasado y el presente de su país de nacimiento, Somalia?.

-Somalia fue independiente en el año 1960 cuando británicos e italianos abandonaron el país. Dejaron una bandera, un ejército y un gobierno interino. Ocho años después llegó el dictador Siad Barre, que mantuvo el poder desde 1969, exactamente un mes antes de mi nacimiento. Barre gobernó como un dictador absoluto en Somalia, creando divisiones entre los políticos y los ciudadanos, bombardeando primero el norte y luego el sur del país, cometiendo asesinatos, etc. durante muchos años. A principio los años noventa los movimientos de base de oposición política lograran la caída de Barre. Estábamos en el año 1991, pero entonces los señores tribales de la guerra comenzaron una pugna cruenta por el poder. Los intelectuales tuvieron que abandonar el país. En el año 1993 los Estados Unidos enviaron un contingente de soldados sin ningún éxito. Comenzó un movimiento radical islamista con nuevos señores de la guerra y gentes de distinto pelaje que lograron hundir del todo al país. Pero los Estados Unidos al considerar que la situación en Somalia es una amenaza para su propia seguridad. Quiere que el único país cristiano de la zona se involucre en frenar la llegada de los islamistas al poder. Pero lo cierto es que si los británicos y los norteamericanos no se establecen en Somalia por un periodo de, al menos, cincuenta o sesenta años la situación lejos de mejorar, seguirá siendo desastrosa, porque los islamistas seguirán acumulando poder.

-Si esa es la solución para Somalia, ¿cree que los norteamericanos deberían quedarse también 50 ó 60 años en Irak para llegar a verlo democratizado?.

-He puesto el ejemplo de Somalia que se ha convertido en una cuestión de seguridad para los Estados Unidos. Creo, efectivamente, que para conseguir que Somalia pueda llegar a ser un estado de derecho sería preciso que británicos o norteamericanos se establecieran allí por largo tiempo. Cualquier ciudadano somalí sólo tiene el deseo de salir de su casa y que no sea violado o robado. En Irak se ha establecido un gobierno laico, pero eso no se puede lograr en Somalia en pocos meses. El gobierno interino tras la independencia duró 8 años, y después de Barre el país cayó en la anarquía. Un sistema democrático no se puede lograr en dos o tres años. Hay que desarrollar instituciones democráticas y eso sólo se consigue con varias generaciones. Por eso hay que decir a los norteamericanos que si no tienen ese compromiso real con la democracia que no vayan allí.

-¿Cree usted que la islamofobia está creciendo en Europa?.

-Realmente creo que la islamofobia es un mito. No existe. En los años treinta se definía a los judíos como “el otro”. Se intentaba exterminarles como nación. Eso era racismo. En Estados Unidos cuando la población blanca no luchaba por los mismos derechos que la población negra, también era racismo. El Islam no es una raza, sino un conjunto de creencias, de dogmas. Pero los intelectuales, sin embargo, quieren manipular la historia. Hemos visto como hay personas de raza blanca que se unen al Islam y luchan a favor de las ideas radicales. Intentan con ello destruir el sistema de libertades. Estamos ante la revisión crítica de la religión. La llamada islamofobia pretende que el ciudadano  no se atreva a criticar al Islam y a los movimientos islamistas. Es una trampa en la que no debemos caer. Pero sí es cierto que hay una discriminación. Si existe una persona de piel morena, ojos pardos y cabello oscuro que camina por la calle y alguien le llama terrorista, eso es discriminación. O si te presentas a pedir y trabajo, te preguntan tu nombre y al decir “me llamo Mohamed” no te dan ese trabajo, pero si te llamas Juan si te lo dan estamos de nuevo ante una discriminación. Y de eso es de lo que debemos huir.

 

LIBROS DE LA AUTORA:

YO ACUSO. Ayaan Hirsi Ali. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2006, 198 págs.

MI VIDA, MI LIBERTAD. Ayaan Hirsi Ali. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2007, 492 págs.