“Testigo de uno mismo” se suma a la extensa producción del escritor uruguayo, iniciada en 1949 con la aparición de su primer libro de cuentos “Esta mañana”, que prosiguió al año siguiente con sus poemas de “Sólo mientras tanto”.

 

“Somos pasajeros de la vida

Pero como bien dijo el sabio Pessoa

Viven en nosotros innumerables otros

Por eso compartimos el mismo tren

Igual destino

Paisajes inmutables”, escribe en PASAJEROS.

 

En A SALVO, afirma:

“Uno quiere estar a salvo

De los insectos y los monstruos

De los vaivenes de la historia

Y los enigmas de este hoy”

 

Y advierte que a la “BUENA VIDA”

“No nos la dan nunca de balde

Y hay que pagarla con vergüenzas

Y con flojeras y vacíos”

 

Por último, el escritor admite la muerte como desenlace previsible, cuando en VAIVÉN escribe:

“Cuando la vida viene

Qué aleluya cuando se va no siempre lo intuimos

Por las dudas tenemos un adiós disponible

Para que los compinches que nos sobrevivan

Nos los dejen con geranios y nardos

Entre las manos quietas”.