MÁLAGA CAPITAL CULTURAL... ¿DE QUÉ? 24.09.2008
Hoy voy a meterle el diente a un tema polémico donde los haya, y voy a ir totalmente a contracorriente, así que quiero dejar claro desde la primera línea que quien firma esta columna tan políticamente incorrecta es un servidor de ustedes, antoniojotaquesada, nadie más de Papel Literario, que como suplemento siempre ha apostado por la capitalidad cultural de Málaga para el 2016, si es que seguimos vivos para entonces. Por tanto, lluévanme los palos a mí, les dejo mi correo electrónico por si quieren acordarse de mi santa madre: aqs@uma.es. Y, por favor, escríbanme de frente, con nombre y apellidos, como yo hago aquí y ahora. Y quien quiera duelo, que me mande a sus padrinos a la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, donde (de)formo jurídicamente a mis alumnos.
Málaga capital cultural, proyecto donde los haya, reivindicamos todo eso por activa y por pasiva. El Ayuntamiento, el Centro de no sé qué, la Asociación Cultural no sé cuál, el otro, todos. Y yo desde aquí digo que NO ESTAMOS PREPARADOS para eso, que somos un pequeño pueblo mangoneado por varias tribus y que, sinceramente, para que esas tribus sigan mangoneando, conmigo que no cuenten. Me duele, pues hablo de mi ciudad, del sitio donde nací, del sitio donde vivo y donde trabajo.
Pese a mi cariño por Málaga, tengo razones de peso para pensar así. Cada año, a finales de septiembre, salen los programas de actividades de las grandes sectas culturales de la ciudad, y como es previsible, todos cuentan con los suyos y punto. Por ejemplo, el Instituto Municipal del Libro, por un lado, y el Centro Cultural del 27, por otro, defienden a sus afines y organizan sus cositas con lo de siempre, los de siempre y los que traen los de siempre. Y sirva como ejemplo los ciclos de versos que organiza no sé quién todos los años, y en los que siempre están los de siempre, los afines al interesado. No me parece mal, esto va así, pero sí me irrita que algunos piensen que fuera de ellos no hay vida inteligente. Algunos de mis más admirados literatos acuden con justicia a dichos recitales, pues tienen méritos sobrados para eso y para más (mi siempre admirado Francisco Ruiz Noguera, mi querido amigo Diego Medina, algún otro; es un placer ir y disfrutar con ellos), pero lo que me fastidia es que algunos piensan que fuera de eso no existe nada más y lo dejan por escrito. Como muestra, un botón: leía hace poco a una elegida de estos dioses, poetisa jaleada por unos y otros, comentar en una entrevista que ella echaba en falta en sesiones tan completas a jóvenes poetas de otras provincias, no sólo de Málaga. Supone la buena señora que allí estaban todos, entonces, y aunque algunos sí había (la hija del organizador y otros, mimados por tal y cual institución; algunos, excelentes, por cierto), faltaban otros muchos y no la oí comentarlo. El siempre bueno Francisco Ruiz Noguera recopiló a treinta y cuatro jóvenes poetas malagueños en Puerta del Mar, pero los grandes gestores de la cosa cultural no encuentran más que a los de siempre para sus actos. Esos no fallan.
Y no hablo por mí, también incluido en la Antología y habituado a vivir al este del edén, pues ya me la sopla todo esto, pero sí por otros que merecen la pena y ahí andan, ninguneados. Yo, además, he llegado a la conclusión de que ya no soy ni joven, ni poeta ni malagueño: en primer lugar, no soy joven, pues acumulo ya años en la mochila y voy para arriba. Por otra parte, no soy poeta, según entienden los jerifaltes culturales de Málaga y, por último, tampoco soy malagueño, según opinión fundada del Diario “Sur”, por lo que debo ser de Torrevieja, mi pueblo paterno. Lo de “Sur” fue de una desvergüenza antológica, pues de antologías va la película: informaba de una Antología poética nacional en la que fui incluido y citaba expresamente a los autores andaluces, entre los que no me incluían. Todos los diarios locales de España que se hacían eco del libro reivindicaban a los suyos menos en mi caso, donde nadie reivindicó mis huesos.
Total, que con estos mimbres, ¿qué capitalidad cultural sería ésta? ¿Para engrandecer a una ciudad o para engrandecer a unos cuantos mandarines? Sería la capitalidad de los triángulos extraños, llenos de catetos y con muy pocas hipotenusas. Para este viaje no necesitamos alforjas. Es más: para tan bochornoso viaje, hasta las alforjas se ruborizarían, si tuvieran vergüenza.
Conmigo que no cuenten. Pero al fin y al cabo, conmigo no contaron nunca…