Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ GARCÍA PÉREZ
Estadista Zapatero, y con dos cojones, envía ahora a quinientos mil españoles a follar por los campos de Rusia.

José García Pérez

         En tiempos de crisis es cuando se descubre al político macizo y roqueño. Y Zapatero lo es y lo demuestra.

 

Sabedor él de la ruina que tenemos sobre nuestros hombros, a saber, la destrucción de empleo, el aumento del desempleo, la disminución en los ingresos de la seguridad social, el descalabro del sector de la construcción con todos sus añadidos, el parón en la venta de automóviles, la desconfianza de la ciudadanía en la inversión, la avaricia manifiesta del sector bancario, el abaratamiento del condón, el aumento de los comedores sociales, la marcha imparable hacia la deflación, la subida del precio de las judías verdes, el aumento de dinero depositado en viejos colchones y un largo y peliagudo etcétera que nos encamina al suicidio económico, sabedor, decía, de esta escombrera económica en que se está convirtiendo Occidente, vuelve su vista a la Rusia de Putin para que nos salve el único imperio económico que nos queda: el turismo, o sea, la tópica gallina de los huevos de oro que, hoy por hoy, es la única realidad que mantiene visos de persistir, aunque ya existen indicios de una marcha atrás.

 

         Por ello, delante del presidente ruso Dimitri Medvedev, el bartolito de Putin, Zapatero ha explicado a la prensa, a los ciudadanos y ciudadanas, y al mundo entero, en un ambiente de máxima expectación, las líneas de fuerza entre ambos países en materia de turismo.

 

         Con esa forma cadenciosa y sosegada, tan de él, con su característico frotamiento de manos y su pícara sonrisa, hacedora de los dos hoyitos que beatifican sus mejillas, pontificó Zapatero que se ha aprobado un acuerdo preferente entre Rusia y España en materia turística porque son muchos miles los españoles que van a pasar sus vacaciones por las inmediaciones de San Petersburgo, y por tanto, según Zapatero, se ha realizado ese acuerdo conjunto para estimular, favorecer, follar y apoyar las relaciones.

 

         Así empezó la historia real de la Costa del Sol, su florecimiento y riqueza. Con la llegada de las primeras suecas, su estancia en el bar de Emilio de Torremolinos, donde al compás de una caja registradora se indicaba el camino hacia los servicios y la posterior pasada por el tubo (mucho hubo de farol), fue desde allí donde se estableció un boca a boca sobre la fogosidad del macho ibérico por toda Europa y de ahí brotó el manantío de guiris.

 

         Estadista Zapatero, y con dos cojones, envía ahora a quinientos mil españoles a follar por los campos de Rusia. Que se extienda la voz, que corra nuestra fama y que nos invadan los rusos; única solución para salvarnos de la crisis.

 

         No nos merecemos semejante Presidente, el que envía a sus ciudadanos a consumir y follar es digno del mayor de los cariños; el mío, aunque sus consejos me llegan en las postrimerías de la vida, lo tiene